HERIDO



Durante la redacción de Con todo el odio de nuestro corazón, fueron gestándose cuadros que simplemente usaba como escape. Sábados por la mañana empleados en limpiarme la mente concentrado en problemas de color, línea, ejecución y poco más.

Siempre quise hacer un cuadro de explosión de colores, muy al estilo de Viola, y este fue el resultado, casi en una sola sesión, aunque con leves retoques de amarillo en el centro de la herida durante el fin de semana siguiente.

Soy poco dado a trabajar más de una sesión en cuadros cuya abstracción nace de un impulso momentáneo. Por eso, al contemplarlos una semana después, no me queda más que aceptarlos. En este caso me gustó, aunque no quedé satisfecho inicialmente al terminarlo. Se necesita también distancia y aprender a mirar el cuadro como lo que es y no como lo que querías que hubiera sido.

Ahora, al echar la vista atrás, me doy cuenta de que todos esos cuadros que pintaba frenéticamente durante la redacción de la novela, tenían mucho que ver con el estado de ánimo de ese relato y sus gentes, que no son otra cosa que historia y ciudadanos presentes de nuestro país. Esta herida lo decía todo. Y sus colores también. Supongo que el subconsciente encierra mucha más lógica de la que estoy dispuesto a asignarle.

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